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Número dos de David Foenkinos
He aquí, por tanto, la razón por la que se decantaron por Daniel Radcliffe. Una cuestión de intuición… Quedarse a las puertas de tanto por tan poco era como para volverse loco. Así es como una vida humana cae del lado equivocado. Siempre es una nadería lo que marca la diferencia, como si la mera posición de una coma pudiera cambiar el sentido de una novela de ochocientas páginas.
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