En tierra quemada de Daniel Pérez Morales
Peña miró a Noah con desgana. Pilló el rollo de la pareja. La chica era la lista, mientras que el barbudo grandullón era el tocapelotas de turno, que iba de gallito a pesar de ser incapaz de caminar por su propio pie. Trabajar con él iba a ser un dolor de muelas.
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