Un capuchino mortal de Cleo Coyle
El café alegra a un hombre triste, activa a un hombre lánguido, calienta a un hombre frío y entusiasma a un hombre tibio. Despierta facultades mentales que se creían muertas y, si se deja en la habitación de un enfermo, la impregna con su fragancia... El simple olor del café aterroriza a la muerte.
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