Treblinka: Epílogo de Vasili Grossman de Chil Rajchman
Recuerdo que todas las mañanas, cuando llegábamos al trabajo, notábamos que en las fosas la superficie se había levantado en varios lugares. Durante el día el suelo era apisonado, pero de noche la sangre brotaba a la superficie, la cual se elevaba tanto que los trabajadores, al bajar con las carretillas cargadas de ceniza y arena, transpiraban profusamente cuando descendían a la fosa. La sangre de decenas de miles de víctimas no podía descansar y brotaba a la superficie. |