Fulgentius de César Aira
Esta presencia erudita trastornó al recio general : quiso estudiar, aprender, volverse un nuevo Plinio, sin fines de lucro o de exhibición, sólo por la gratificación interior de ser un héroe del cerebro. La solución estaba al alcance de la mano. Con el prestigio de su grado y las influencias que podía mover, no le sería difícil conseguir uno de esos cargos ad honorem que asumían por pura conciencia solidaria algunos patricios nostálgicos de la República, y servían para hacer pingües negocios. Desde el cargo podría vender a precio de oro cédulas de importación de esclavos, y reclamar comisión. Él podía sacrificar una honestidad que nadie le había pedido, y menos agradecido, por un objetivo más encomiable que una guerra…
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