Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
El problema es que me hice adulta por contraste con algo en donde de pronto no hay más que un agujero. Y todo —más que tristeza— me provoca ansiedad. Me siento como una hoja en blanco, pero no brillante y recién cortada, sino abandonada en el estante de una papelería, con las esquinas amarillitas.
|