Todos los días son nuestros de Catalina Aguilar Mastretta
Trabajo todo el día, sin control. Me da tranquilidad correr de un lugar a otro. Decir que sí a todo y luego teclear hasta las dos de la mañana. Me gusta saturarme hasta sufrir, entre otras cosas porque a veces me quedo seca de encargos y se me abre un vacío económico y existencial.
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