La balada del café triste de Carson McCullers
Sí, el pueblo es lúgubre. En las tardes de agosto la calle está vacía, blanca de polvo. Allá arriba el cielo es brillante como cristal. Nada se mueve. No se oyen voces de niños, sólo el zumbido del molino. Los duraznos parecen que se tuercen más cada verano, sus hojas son de un gris apagado y de una levedad enfermiza.
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