Maldito síndrome de Estocolmo de Carmen Sereno
Se puede llorar sin derramar una sola lágrima. Romperse por dentro en la más absoluta quietud. Gritar en silencio. Volar sin tener alas y hacer del cielo un refugio secreto. Ser culpable e inocente a la vez. Porque, al final, todo se reduce a un montón de sentimientos verdaderos encerrados en un cuerpo extraño transitando por un universo equivocado. |