Carmen Sereno

David vive tras un muro con el que se protege del mundo. Pero todos los muros tienen alguna grieta, lo único que necesitas es encontrarla.

Ningún niño, en ningún lugar del mundo, debería sufrir ni experimentar dolor jamás.

Con él he aprendido que el amor no se mide en tiempo, sino en intensidad.

Yo no creía en el destino. Pero el destino nos ha hecho inevitables.

Porque necesito que entres en razón, älsking. Tú y yo nos pertenecemos el uno al otro. ¿Qué clase de vida voy a tener si me privas del único lugar habitable del mundo que conozco

Porque no puedo esperar más. Necesito amanecer a tu lado cada día para mantener el equilibrio.

¿En qué parte del cuerpo se pone la tirita cuando lo que está dañado es lo de dentro?

Se puede llorar sin derramar una sola lágrima.
Romperse por dentro en la más absoluta quietud.
Gritar en silencio.
Volar sin tener alas y hacer del cielo un refugio secreto.
Ser culpable e inocente a la vez.
Porque, al final, todo se reduce a un montón de sentimientos verdaderos encerrados en un cuerpo extraño transitando por un universo equivocado.

Tú sostienes con las manos lo que otros intentan romper.

A veces, el problema del vértigo no es el miedo a caer, sino las ganas de arrojarse.

Ese hombre huele a peligro a un kilómetro de distancia.

Puede que seamos más frágiles de lo que estamos dispuestos a reconocer y más fuertes de lo que podemos llegar a imaginar.

Cuando me abrazas haces que todo lo que está roto se vuelva a unir.

Hay un límite para el dolor que un corazón es capaz de soportar y yo superé el mío hace tiempo.

Supongo que hay cosas que solo se nos revelan cuando estamos muy cerca de otra persona.

La única certeza irrefutable que tenemos es que la vida no es más que un espacio entre paréntesis.

A veces, es necesario perderlo todo para comprender qué le hace falta a tu vida en realidad.

Tú sacas todo lo bueno que hay en mi, lo moldeas con las manos y lo mejoras.

Y entonces se precipita sobre mí de forma inesperada,
encerrando entre las manos mis mejillas encendidas como un volcán en erupción,
y su boca choca con mi boca, que se abre solícita y se rinde a la supremacía
húmeda de su lengua hambrienta y feroz.
Yo no lo sabía, pero un beso pueda hacer que el tiempo se detenga.
Un beso puede silenciar los pensamientos más oscuros y las palabras más hirientes.
Un beso es la cura contra el dolor, porque un beso es el perdón por todos
los pecados de la estupidez humana

¿Cuándo se volvió más importante vender que curar? Supongo que cuando las empresas como Laboratorios Grau o Felleman Galenics se dieron cuenta de que las enfermedades les salían rentables. Es innegable que ganan tanta pasta con ellas como la industria armamentística con las guerras. Y, del mismo modo que los fabricantes de armas no promueven precisamente la paz en el mundo respondiendo a intereses lucrativos, no es tan descabellado pensar que las farmacéuticas tienen idénticos motivos para no promover la salud.