Licencia para espiar de Carmen Posadas
Vivir en la Unión Soviética en los años setenta era como formar parte de una película de espías. Pero no de James Bond, sino de Anacleto, agente secreto, porque todo funcionaba fatal. Tanto era así que muchas noches los micrófonos con los que grababan nuestras conversaciones se invertían y entonces éramos nosotros los que oíamos a los espías.
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