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10 días para navidad de Carmen Amil
(…) desde que él había llegado, la casa ya no estaba tan vacía. Y las sensaciones angustiosas de mi pecho iban desapareciendo, una a una. La soledad, el rencor, la rabia, todo se estaba diluyendo, sustituido poco a poco por una calidez que no dejaba de asombrarme… y de asustarme.
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