Vienen cuando hace frío de Carlos Sisí
Y ahí estaba, ocupando todo el marco de la puerta: un agujero imposible colmado de una oscuridad impenetrable, una atrocidad visual que el cerebro insistía en rechazar; la ausencia de todo, rematada por aureolas borrosas de jirones de un negro absoluto que daban vueltas en torno a aquella forma indescriptible.
|