La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón
La mente científica tiene estas cosas. Vea usted, si no, a don Alberto Einstein. Tanto inventar prodigios y el primero al que encuentran aplicación práctica es la bomba atómica, y encima sin su permiso. Además, con ese aspecto de boxeador que tiene Tomás, se lo van a poner muy difícil en los círculos académicos, porque en esta vida lo único que sienta cátedra es el prejuicio.
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