Carlos G. Reigosa no nos invita en Secretos de Bretaña a viajar y recorrer las costas francesas para desvelar misterios que, sin duda, como en todos los sitios y lugares, haberlos haylos. En esta ocasión el autor nos posicionará en la Galicia profunda, donde la montaña y el mar convergen en un punto de su geografía pero donde no se funden en una sola cosa. Más bien al contrario: convergen en él para engendrar y dar lugar a dos círculos convexos; es decir, a dos lugares que se juntan para después darse la espalda y mirar hacia otro lado. Así, por un lado los pueblos costeros miran hacia un mar infinito, siendo este la razón de su existencia, la que los define y da significado; por el otro, tenemos esa montaña majestuosa que envuelve a sus lugareños impidiéndoles vislumbrar el mar. Isauro Guillén, protagonista de esta historia y periodista de profesión, andaba perdido (literal y metafóricamente) cuando recaló en el pueblo costero de Bretaña: literal porque llegó allí por casualidad, y metafóricamente porque su vida personal atravesaba una noche oscura de dudas, incertidumbres y descontentos, o lo que es lo mismo, un acomodo de corazón que había enfriado sus sentimientos. Bretaña es el refugio donde encuentra la paz y el silencio necesarios para poder pensar y, de alguna manera, reconducir o descubrir qué es lo que quiere o siente. Lejos de la realidad, nuestro buen hombre no se imagina que, bajo esa postal idílica, discurren torrentes salvajes cuyas fuerzas y energías han condicionado y condicionan las vidas de sus habitantes y vecinos, quienes son además piezas reactivas de unos juegos oscuros y demenciales pincelados de misterio y magia. Como buen periodista, Isauro olfatea desde el primer momento la historia que tan hábil y soterradamente ha sembrado su casera Esperanza en su cabeza. Su curiosidad y su energía activan todos los engranajes necesarios para hurgar y remover los dépositos y estratos de noches oscuras donde las injusticias, venganzas, asesinatos y mezquindades humanas acumuladas y soterradas claman por salir a la luz, demandando una justicia social que dignifique tanto a los vivos como a los muertos. Paz, lo que se dice paz, no es lo que Isauro va encontrar en este retiro voluntario, pues desde que acepta y coge el hilo que tan sabiamente le tiende Esperanza, esto será un no parar de descubrimientos y recomposiciones de viejas historias conectadas y tejidas por las mismas estirpes. Así, conforme excava y remueve todo el fangal, irán apareciendo más y más cadáveres que claman por la verdad y que le involucran, queriendo y sin querer... pero es muy difícil, casi imposible, meterse en el barro y no salpicarse de esa viscosidad oscura. Por tanto, nos metemos y nos enredamos con él en toda la maraña de relaciones y ambientes que, como torrentes impetuosos, nos llevan desde la montaña al mar, conectando lugares y personas cuyas influencias han marcado, diseñado y construido esa sociedad que actualmente sigue bebiendo (o más bien callando y encubriendo) de tales malignidades porque no quieren saber... o porque prefieren creer esa historia mágica, calmante y conformista que, por otro lado, no impide que el dolor y olor putrefacto supuren al remover el cenagal de injusticias, asesinatos y venganzas. Conforme avanzaba en mi lectura, y por estar ya instalada en mi subconsciente, empezaba a emerger de mi memoria la estirpe de los Churruchaos (hace años que me leí Los gozos y las sombras), pues don Ricardo Daniel del Perpetuo Socorro de Andrade y Silva, presente en Secretos de Bretaña, es la reencarnación del legendario Carlos Deza, personaje creado por uno de los grandes escritores del siglo pasado, Gonzalo Torrente Ballester, que tan minuciosa y sabiamente supo insuflar ese realismo mágico que envolvía a unos personajes reales, auténticos y con unas raíces profundas que estaban posicionados en un mundo rural, atemporáneo, donde la sucesión de hechos históricos, así como el transcurrir del tiempo y de las personas, no les hacía perder la esencia para los que fueron imaginados. Descubrir a Carlos G. Reigosa ha sido reencontrarme con una literatura donde todos los personajes comulgan y comparten unos valores profundos que penetran y ahondan en lo más profundo de sus almas y esencias infinitas, y que están modelados por una naturaleza viva, ya sea el mar o la montaña, que los acoge dándoles todo lo necesario, siendo conscientes de esta simbiosis perfecta. Decir que me ha gustado la novela serían palabras menores; ante una obra literaria como esta solo puedo presentar mis más humildes y profundos respetos. Con su permiso, don Carlos, lo pongo en la lista de mis pater literarios. Una gran novela para los tiempos que corren. Enlace: https://inquilinasnetherfiel.. + Leer más |