El mentalista de Camilla Läckberg
(...) intentó recordar una época en la que las palabras que intercambiaban no estuvieran cargadas de silenciosos reproches y significados ocultos. No lo consiguió. La vida, la rutina, las discusiones y la desconfianza habían erosionado con callada lentitud lo que alguna vez habían tenido. Pero no era posible determinar el momento exacto en que había sucedido.
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