Las hijas horribles de Blanca Lacasa Carralón
Y quizá uno de los primeros requerimientos sería mostrar nuestra verdadera identidad, frecuentemente sepultada por mandatos de género. Ser quienes somos. Abandonar de una vez por todas ese simulacro que nos hace comportarnos como las hijas que quizá no somos, esperando unas madres que probablemente no tengamos, para también liberarlas a ellas de conducirse como las madres y las mujeres que no pueden ser suspirando por las hijas que no tienen. |