Olga de Bernhard Schlink
"Tuvimos que aprender a esperar. Hoy todos vais en coche y en avión y habláis por teléfono y pensáis que el otro está siempre disponible. Pero, en el amor, el otro nunca está disponible. A pesar de la resignación con que la señorita Rinke rememoraba las ausencias de Herbert, el anhelo que la inmensidad interminable provocaba en él seguía contrariándola."
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