Un diamante ruso de Anne Marie Cross
(…) Desde que te conocí, te colaste en mi corazón, no como una brisa suave, sino como un repentino huracán que barrió con todas mis creencias y con los principios a los que me he agarrado durante toda mi vida: que el amor no podía ser eterno. Te amo como nunca creí que podría amar a nadie, y si tuviera que comprar una eternidad a tu lado con mi propia sangre, lo haría sin dudarlo —le aseguró.
|