El odio que das de Angie Thomas
—Para cuando llegué hasta donde él se encontraba, estaba en el suelo, sangrando. Lo único que pude hacer fue abrazarlo… Me veo sentada en un charco de sangre también. —… y tratar de decirle que todo saldría bien, aunque sabía… —Que no hay una jodida manera de que sea así. Nos quedamos callados. |