El Alma del Viñedo de Angela Bennett
—Sam, no puedo asegurarte de que seremos felices siempre hasta el fin de nuestros días. Yo soy el primero que me siento abrumado ante lo que siento por ti, porque jamás lo había sentido por ninguna otra mujer. Ni siquiera por Eliza —admitió él—. Solo sé que cuando no estás a mi lado, me siento perdido. Me he acostumbrado tanto a tu presencia, que me duele cuando no estás.
|