Hacerse el muerto de Andrés Neuman
Uno no decide matar a un niño. Uno, como mucho, decide que aprieta los dientes o contrae los músculos. Que apunta a la cabeza o baja el cañón. Que abre la mano o mueve un poco el dedo índice. Nada más. Después las consecuencias llegan todas al mismo tiempo.
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