Golpéate el corazón de Amélie Nothomb
Diane no pudo volver a conciliar el sueño. La revelación del amor no dejaba de recorrer su cuerpo. Sí, en brazos de su padre, su abuela, su abuelo, había sentido que la amaba y que amaba. Pero lo que había experimentado en los brazos de su madre era distinto: tenía que ver con la magia. Era una fuerza que te elevaba, te traspasaba, te trituraba de felicidad. Y eso guardaba relación con el olor de su madre, superior al de las más exquisitas fragancias. Tenía que ver con la voz de su madre, que, cuando le había hablado aquella noche, era la música más deliciosa que jamás hubiera oído. Y se completaba con la suavidad de la piel y el pelo de su madre, que había acabado transformando aquel abrazo en una prolongada y sedosa caricia.
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