Sed de Amélie Nothomb
No conformarse con esta explicación y llamar diablo a lo que solo es una vileza latente es disfrazar la mezquindad con una palabra grandi- locuente y, en consecuencia, atribuirle un poder mil veces mayor. En el futuro una mujer genial dirá: «Tengo más miedo de los que tienen miedo del diablo que decir nada más.
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