Antichrista de Amélie Nothomb
Yo la miré anonadada. Ella clavó sus ojos en los míos y vi que estaba saboreando mi humillación. Sus risas volvieron con más fuerza si cabe. Un relámpago atravesó mi cráneo: "¡No se llama Christa! ¡Se llama Antichrista!"
|