El conde de Montecristo de Alejandro Dumas
(...)era uno de esos hombres de cálculo que nacen con la pluma detrás de la oreja y un tintero en lugar de corazón; todo en este mundo era para él resta o multiplicación, y una cifra le parecía algo más preciado que un hombre, cuando esa cifra podía aumentar la suma y ese hombre podía menguarla.
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