Los jardines secretos de Mogador de Alberto Ruy Sánchez
7 - El jardín huérfano (...) Sintió la necesidad, como un rito, de pasar antes por uno de las caminos que recorrío con él (su padre) cientos de veces, desde que era muy pequeña. Decidió tomar algunas de las calles más estrechas del mercado, del souk, donde los olores y las voces se entretejían en el aire. El brillo del azafrán era como un grito en los ojos. Hombres y mujeres condimentaban con retos y regateos sus pasos. La luz encontraba débilmente sus caminos pero a todos daba un beso bien marcado en la mejilla, en la frente o en las manos. Madejas de hilos recién teñidos colgaban de ramas secas sobre los callejuelas. Las pieles curtidas al amanecer olían como algo muy antiguo, muy olvidado. |