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Una historia de la lectura de Alberto Manguel
Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor suplicando a gritos misericordia y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca.
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