Un puñado de centeno de Agatha Christie
Las últimas palabras de la carta resonaron en su mente : "Así podrá ver, señora, lo guapo que es". Los ojos de miss Marple se llenaron de lágrimas. A la piedad le sucedió un sentimiento de furia, de furia contra un asesino sin corazón. Después, rechazando ambas emociones, al contemplar la prueba que necesitaba, se dibujó en sus labios una sonrisa de triunfo, igual que la de un naturalista cuando ha podido reconstruir con éxito un animal de una especie ya extingida, a partir de un fragmento de quijada y un par de dientes |