Un gato en el palomar de Agatha Christie
Hercule Poirot se había preparado para vencer cualquier perjuicio insular que una directora de colegio pudiera albergar en contra de los extranjeros ya maduros con zapatos de charol puntiagudos y desproporcionados bigotes, pero se encontró con una agradable sorpresa. Miss Bulstrode le recibió con un aplomo muy cosmopolita. Asimismo, para gran satisfacción de Poirot, estaba perfectamente enterada de cuanto concernía a su persona.
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