Ángeles e insectos de A.S. Byatt
Se sentó a su lado en el banco, y su presencia lo inquietó. Estaba dentro de la atmósfera, o la luz, o la fragancia que ella desprendía, como un barco se ve arrastrado por un remolino, como una abeja cae en el lazo del perfume procedente del cuello de una flor.
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