ROSA, LA CORONA Y EL MARQUES ROJO , LA de VILALLONGA
Siempre he vivido convencido de que la peor mentira es la de habernos hecho creer que todos los hombres —ah, y también las mujeres— nacemos iguales y que, como afirmaba el memo de Rousseau, nacemos buenos antes de que la vida nos enseñe lo beneficiosa que puede ser a veces la maldad. Nada de eso es cierto. Algunos nacen ricos, inteligentes y bellos. Otros nacen pobres, feos y sin esperanzas. Nacemos todos lo más desiguales posible y la vida no hace sino aumentar las diferencias. Mientras aceptemos que la cosa no tiene remedio, no conseguiremos ser felices.
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