Ojos azules de Toni Morrison
O mejor dicho, el dolor era productivo y fructificante. El amor, oscuro y espeso como el jarabe Alaga, introducía poco a poco su alivio por aquella ventana agrietada. Podía olerlo, saborearlo, dulce, almizcleño, con un punto de ajoplata en la base, esparcido por toda la casa.
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