El jardín de las brumas de Tan Twan Eng
Fue Magnus quien me contó por primera vez la historia del Jardín del Edén. Me costó mucho imaginármelo —comentó—. Un jardín donde nada muere ni se deteriora, donde nadie envejece y donde nunca cambia de estación. Qué triste. —¿Qué tiene de triste? —Piensa en las estaciones como retales de seda finísima y translúcida de diferentes colores. Por separado, son bonitos; pero si los superpones, aunque solo sea por los bordes, se crea algo especial. El pequeño lapso de tiempo en el que el principio de una estación coincide con el final de otra es algo parecido. |