Amanecer rojo 2. Hijo dorado. de Pierce Brown
Si aún fuera el hombre que Eo conoció, me habría quedado paralizado de terror. Pero ese hombre ya no existe. Lamento su muerte todos los días. Cada vez olvido más quién era, que sueños tenía, que cosas amaba. Ahora la tristeza es sorda. Y yo sigo adelante a pesar de la sombra que proyecta sobre mí
|