Dionisíacas. Cantos I-XII: 1 de Nono de Panópolis
Sus perros no reconocieron ya más a su antiguo amo que había cambiado de naturaleza. La cruel arquera en su resentimiento los enloqueció con un inapelable signo de su cabeza; y en este rabioso desvarío, presos de un furioso aire, ellos aguzaron la doble fila de sus parejos dientes asesinos de cervatillos.
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