Dionisíacas. Cantos I-XII: 1 de Nono de Panópolis
Sembró el terror entre la tropa de cuantos acompañaban en número a Cadmo: a uno lo mordió en el pecho con su terrible boca; a otro le hincó su diente con roja sangre; a un tercero, que lo enfrentó, al arrancarle el hígado, lo convirtió en cadáver. De arriba a abajo fluía por sí misma una terrorífica melena, que se derramaba por su viscosa cabeza.
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