Una educación mortal de Naomi Novik
Menos mal que has venido a salvarme, nunca habría vencido a un devoralmas yo sola. - Emití un sollozo de lo más falso contra su pecho. ¿Puedes creerte que hizo amago de rodearme con el brazo y darme una palmadita en el hombro? Así de automático le salía el gesto. Le di un codazo en el estómago para apartarlo. Él dejó escapar un ruidito parecido al quejido de un perro, trastabilló y me miró boquiabierto. - No necesito tu ayuda, mosca cojonera - le dije - Aléjate de mí o te arrepentirás. |