Cada siete olas de Daniel Glattauer
Tenía muchísimo miedo de que renacieran mis antiguos y dolorosos sentimientos de refugio y escondite. Te agradezco mucho que no hayas cerrado la puerta falsa por la que en aquel entonces huí de lo «nuestro». Ahora, aun desde tan lejos, puedo estar «en casa» sin sentir punzadas en el corazón: mi hogar está donde estás tú (...)
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