Cada siete olas de Daniel Glattauer
¡Jamás esperes un mensaje mío, por favor! Si recibes alguno, es que me apetecía. Si no recibes ninguno, quizá me apetecía, pero luego preferí no hacerlo. Lo mismo vale para ti. Nunca más tenemos que volvernos locos esperando que el otro nos escriba o nos dé una respuesta. Si te apetece, escríbeme, Emmi. Si me apetece, te contestaré.
|