Érase un río de Bonnie Jo Campbell
El río Stark fluía por el meandro de Murrayville como la sangre por el corazón de Margo Crane. Le gustaba remar contra la corriente para ver patos joyuyos, patos de lomo blanco y águilas pescadoras, para buscar salamandras tigre entre los helechos. Otras veces dejaba la barca a la deriva para concentrarse en la búsqueda de tortugas pintadas que se calentaban al sol sobre los árboles caídos y contar garzas en la colonia que había junto al cementerio de Murrayville. O amarraba la barca y subía por pequeños arroyos para recoger cangrejos, berros y minúsculas fresas silvestres. Tenía los pies insensibles contra las piedras afiladas y los cristales rotos. Al nadar, Margo tragaba a veces pececillos vivos y sentía que el río Stark se movía en su interior.
|