Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós
Eran aquellos varones insignes lo más granado de la ilustre ciudad propietarios ricos los unos, pobrísimos los otros; pero libres de altas aspiraciones todos. Tenían la imperturbable serenidad del mendigo, que nada apetece mientras no le falta un mendrugo para engañar al hambre y el sol para calentarse.
|