|
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Padece de una enfermedad exclusivamente moral y casi incurable, a veces contagiosa: enfermedad terrible que se adueña sobre todo de almas jóvenes, ardientes y sin experiencia de la vida, dominadas por el amor a lo justo y a lo bello, y que vienen al mundo para encontrar en él, a cada paso, todas las iniquidades y toda la fealdad de una sociedad mal construida. Esa enfermedad es el odio a la vida y el amor a la muerte
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Los hombres con imaginación siempre están crucificados; el sarcasmo y la miseria son los clavos de su cruz
|
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Las pasiones de los poetas apenas existen. No se debe amar a esos individuos; francamente, ellos no aman a nadie: son todos unos egoístas. Su cerebro se nutre a expensas del corazón. No los leas jamás, no los veas; yo he sido el peor de todos ellos
|
|
|
Chatterton de Alfred de Vigny
No ocupo ningún lugar en ninguna categoría. Y es cierto que lo que me sostiene es este orgullo natural. Me grita constantemente al oído que no me doblegue y que no tenga una apariencia desgraciada ... ¿Y para qué debe uno fingir que es feliz cuando no lo es?
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Ese joven cuyo espíritu ha madurado demasiado rápidamente bajo los ardores de la Poesía, como en un caluroso invernadero, ha conservado el corazón ingenuo de un niño
|
Chatterton de Alfred de Vigny
¡Qué mujer será honrada, Dios santo, si yo no he podido serlo, y a los jóvenes les basta ver pasar a una por la calle para apoderarse de su nombre y jugar con él como si fuera una pelota que se arrojan unos a otros!
|
Chatterton de Alfred de Vigny
¡Que el cielo confunda para siempre a esa raza de saltamontes que se abaten sobre los campos y se llaman hombres amables! ¡Cuánto daño pueden hacer en un instante!
|
|
|
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Juega, hermosa niña, hasta que seas mujer, olvida todo hasta entonces y, luego, sigue olvidando, si puedes
|
Chatterton de Alfred de Vigny
La sociedad llegará a ser como tu corazón; tendrá un lingote de oro por Dios, y por soberano pontífice un usurero judío
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Hablas pocas veces, pero deberías no hablar nunca. Lanzas en medio de una parrafada palabras que son como puñaladas
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Ahí viene el hombre rico, el especulador feliz; ahí viene el egoísta por excelencia, el justo según la ley
|
Chatterton de Alfred de Vigny
Alma desolada, ¡pobre alma de dieciocho años!, perdóname que tome por símbolo el nombre aue llevabas en la tierra, y que intente el bien en tu nombre
|
Chatterton de Alfred de Vigny
¡La poesía! Ella se mete en todas partes, me da y me quita todo, encanta y destruye todas las cosas para mí; me ha salvado... me ha perdido.
|
¿Con qué frase empieza esta novela?