Quince días en las soledades americanas de Alexis de Tocqueville
¡Otro contratiempo!, con el calor se habían echado a perder nuestras provisiones, así que por todo alimento nos vimos reducidos a comer un pequeño pedazo de pan, el único que habíamos conseguido encontrar en Flint River. Si a esto se añade la nube de mosquitos, que atraídos por la proximidad del agua, debíamos espantar con una mano mientras con la otra tratábamos de acercarnos el pan ala boca, se hará uno una idea de en qué consiste una merienda campestre en medio de la selva virgen.
|