El secreto bajo el viejo roble

Es de esos tipos que aun cuando se ríen contigo te obligan a estar alerta, porque sabes que en cualquier momento te puede volar la tapa de los sesos y seguidamente continuar riendo como si nada hubiera
pasado.

a no podía confiar en nadie; justo en el momento en el que la diana que llevaba marcada en la espalda se hacía cada vez más grande, más visible, y el abatimiento comenzaba a devorar mis entrañas.

La bala susurró mi nombre con un tono seductor y, justo en ese momento, una lágrima encontró el camino de sali da y resbaló por mi mejilla para acabar golpeando violentamente contra el suelo.

Quería recordar algo de lo que había pasado durante la noche, pero mi mente estaba en blanco, esta vez los excesos habían sido… eso, excesivos.

Está en esa edad en la que todo es negativo, y cualquier inten to de acercamiento hacia ella es tomado como un ataque personal al epicentro de su intimidad.

¿Qué me queda? ¿Qué motivo tengo para seguir…?

Lloré hasta comprender que no era momento de ser una lágrima. No era momento de dejarme caer violentamente contra el suelo. Aún
no.

Otra mano amiga que me soltaba, dejándome un poco más cerca del abismo.

Una persona con el orgullo he rido es muy peligrosa, y mucho más si también dispone de cierto
poder.