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Este libro ha supuesto para mí una "reconciliación" con Victoria Álvarez, autora de cuya pluma me enamoré gracias a la saga de Dreaming Spires pero cuyas últimas obras me gustaron algo menos, especialmente La Conjura de Aramat (no sé por qué, no conecté nada con los personajes). Gracias a Penelope Quills, sin embargo, he vuelto a engancharme a otra de sus sagas (estoy deseando continuarla) y es que aunque se haya clasificado como novela juvenil, quizás por la temática, por la edad de los protagonistas o por el número de páginas (poco más de doscientas) los adultos la vamos a disfrutar igual. Me han encantado la ambientación, el hecho de que aparezca nuestro Alexander Quills de pequeño (personaje de Dreaming Spires) y, por supuesto, las ilustraciones de Judit Mallol, que son una absoluta maravilla. Por ponerle alguna pega, la evolución de la relación entre Penelope y Glauco me ha parecido demasiado precipitada y me hubiera gustado leer más diálogos entre ellos para ser testigo de esa amistad tan bonita que se forja entre los dos. Por lo demás, solo puedo aplaudir a la editorial por este inicio de saga que tanto promete. ¡Muy recomendable! |
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