Juana de Castilla

Doña Juana I reina de Castilla, ha pasado a la historia con el apelativo nada cariñoso de Juana la Loca. Tercera hija de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, no estaba previsto que le correspondiera asumir las responsabilidades que el destino le depararía, tras las muertes de sus hermanos Juan e Isabel.

Casada muy joven, a los dieciséis años, con su primo tercero Felipe (este tuvo más suerte y pasará a la historia con el sobrenombre de el Hermoso). A Juana se le culpa de haber cometido una grave falta para su época, enloquecer de amor por su marido y no haber sabido asumir con suficiencia y resignación (al estilo de esos tiempos) los frecuentes desplantes e infidelidades de Felipe. El tal Felipe parece ser que tenía tanto de ambicioso como de hermoso, con lo cual pronto comenzó a concebir la idea de asegurarse un mayor papel, aún a costa de desacreditar a Juana si la situación lo requería.

Loca, inestable o simplemente rebelde, lo cierto es que Juana no tuvo suerte, ni con su padre Fernando, su marido Felipe, ni después con su hijo Carlos.

Durante más de 46 años estuvo recluida en Tordesillas, durante mucho tiempo sometida a estrecha vigilancia y con rigurosas medidas de confinamiento, hasta el extremo de sufrir malos tratos en algunas ocasiones. Sólo hubo un responsable con el rango de jefe de la casa, Hernán Duque, que durante su mandato de poco más de un año, trató de mejorar en todo lo posible las condiciones de vida de Juana y de su hija Catalina, que también estuvo compartiendo el cautiverio de su madre en Tordesillas hasta los dieciocho años.

En esta novela histórica, se van relatando los sucesivos hechos cronográficos de forma estricta y detallada, si bien hecho en falta algo más de dinamismo en su prosa y una mayor imaginación a la hora de componer los diálogos o las situaciones adónde la historia no alcanza y es preciso tirar de ficción e inspiración.

No creo que sea un mal libro en lo que se refiere a reflejar una parte de la historia, pero se me ha quedado un poco corto en su conjunto. Como me ha sucedido con varias novelas históricas, se aprecia un enorme y valioso trabajo bibliográfico detrás, pero a su vez cierta carencia de alguna de las cualidades que definen a un buen escritor, como la imaginación y el dominio de las situaciones. Es de agradecer que al final del libro, la autora añada una nota aclaratoria en la que expresa su opinión personal sobre doña Juana.