Alguna vez, incluso para los experimentados y eficaces agentes al servicio de Su Majestad, existe ese momento en el que o confías en tu intuición, sigues al pie de la letra el orden establecido o continúas jugando dentro del exigente protocolo pero sabiendo que tu pericia sólo debe guiarte hacia ese objetivo que equilibre la ética con el cumplimiento incuestionable de ese deber impuesto por la Corona Británica. ¿Algo así es posible? Abordando una vez más temas de actualidad, quizás de forma más moderada en este caso, Le Carré no me deja indiferente. ¿Existe ese hombre decente ?
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