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“No hay nadie como el diablo para iluminarte entre las sombras y mucho menos cuando el diablo es tu padre” ~ Perros con placa de Mario de la Rosa. Manu Caballero es inspector en la Unidad de Droga y Crimen Organizado bajo el mando del comisario Rochina y del inspector jefe Salvador Cano. Su compañera Mónica Bravo lo acompaña y defiende en todos los líos que se va metiendo y poco a poco se enamora de él. Mientras, Caballero intenta superar la ruptura con Lucia y desmantelar al clan de los Mastines. En el medio también la mafia rusa y la mafia italiana y los métodos de Caballero que no son muy caballerosos que se diga porque aquí hasta los buenos son odiosos. No sé muy bien que opinar de este libro. Me ha dejado una sensación de luces y sombras. Ha habido momentos en que me ha gustado lo que estaba leyendo y que parecía que iba a engancharme y a no poder dejarlo y entonces se apagaba la luz y me parecía pesado y cargante y me decía “uf, yo planto”. Pero me cuesta plantar así que seguí y lo terminé. No he conectado con la historia —muy macarra para mi gusto—, ni con los personajes, —ni uno oye—, ni con la ambientación ni con la trama. Por no conectar no he conectado la mayor parte del tiempo con el estilo del autor que, en ocasiones, dispara frases como si fuese el ratatatá de la metralleta que va sembrando de muertos el libro. No sé si sirve como referencia —cosa que desconocía— que el autor es protagonista de la casa de papel (serie que no he visto) y que esta es su primera novela. A lo mejor eso os anima más a leerla que mi reseña; desde luego este libro no lo releo. |
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