Cambiar de idea

Cambiar de idea es un recorrido por el autorretrato de una joven donde el testimonio no es recogido por otro, sino por su propia palabra. Es mirar con descaro la vida de otra persona, que podría ser la historia de cualquiera de nosotros, pero también la historia de nadie en particular porque cada vida podría ser un tiempo reutilizado pese al esfuerzo anónimo de concretar todas las existencias en la categoría de únicas.

Es un libro valiente, si es que hay alguna memoria que se comparta de forma pública que no lo sea. Aixa incide en la infancia, las relaciones interpersonales, la identidad sexual e ideológica y las reflexiones sobre las políticas del género y del abuso. de entre todas estas temáticas hay algunas que me interesaron más que otras, manteniendo siempre presente el hecho de que no es posible aislar el significado del significante ni siquiera en la escritura íntima. El mundo es el mismo para todos, no así la realidad que en él se confronta.

Escrito con contundencia, su lenguaje es el idioma profundo, procesado y compartido por una generación terriblemente marcada por la incertidumbre, cuya idiosincrasia es conocerse después de haber dado el paso en falso, un paso al que ya solo queda mirar por encima del hombro.

Las transcripciones del pensamiento (un término que me gusta más que "no ficción") son para mí una trampa de la que me cuesta escapar. Cuanto más busco una historia que surja de la imaginación, que actúe como un soplo ajeno que desvíe con calidez y templanza el presente de mis ojos, más me doy de bruces con libros como este.

Pero no me arrepiento. Porque detrás de palabras singulares, muchas veces se esconden rincones colectivos donde replantearse en qué momento es adecuado (si es que alguna vez llega a ser necesario) más que cambiar de idea, releer el camino.
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